(Redactado por Magdalena Remundini, alumna de 1° año de Lic. en Comunicación - UNISAL)
Un lugar con mucha
historia y sabiduría. Pero el tiempo pasó y ¿en qué se convirtió? Las personas
que lo manejan ¿la estropean?
Nuestra histórica biblioteca popular Bernardino Rivadavia situada en Colón 31.
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Nuestra querida
biblioteca Rivadavia es uno de los edificios más conocidos y reconocidos de
nuestra ciudad.
Su inauguración fue el
16 de julio de 1882 y algunos de sus fundadores fueron: Daniel Cerri, Leónidas
Lucero, Octavio Zapiola, Eliseo Casanova, Felipe Caronti, personas altruistas que
dieron origen a esta fundación que pasó por varios lugares transitorios hasta
llegar a ubicarse en Colón 31. Este edificio pudo concretarse gracias al legado
de Luis C. Caronti y ha sido declarado patrimonio histórico de esta ciudad.
Ocupa un solar dentro de la manzana fundacional que no pertenece a ninguna
dependencia del estado nacional, provincial ni municipal.
Desde mi infancia no
visitaba esta biblioteca y me despertó mucha curiosidad saber con qué hermosos
recuerdos me podía encontrar allí, pero mi visita a Colón 31 no fue como
esperaba.
Subo por las majestuosas escaleras y empiezo a escuchar un
melodioso piano que me saca una sonrisita. Me acerco a la mesa de entrada donde
me presento y le consulto a una chica si le puedo hacer algunas preguntas sobre
la biblioteca y de no muy agradable manera me contesta que tengo que hablar con
la directora de la misma, que pase al mediodía. Me retiro insatisfecha con la
poca información que me brinda pese a mi insistencia.
Al otro día vuelvo a intentar con un poco más de fe en que la
señora directora pueda recibirme. Me vuelvo a presentar en mesa de entrada (miro
fascinada los libros y las salas de lectura, sigo pensando en que es un lugar
agradable, pero no lo es la gente de allí). Me dicen que suba al piso de arriba
donde la directora se encuentra. Golpeo nerviosa la puerta, la señora me dice
que pase y me mira con cara extraña. Me presento, le pregunto si puedo hablar con
ella y me dice de mala manera que yo tengo que organizar de antemano para verla
porque en este momento se encuentra ocupada. La entiendo y coordinamos para ese
mismo día a las 16.
Cuando vuelvo a la tarde, la directora está reunida con
otras personas y no me da la oportunidad de esperarla ni de consultar si existe
la posibilidad de hablar con otros representantes de esa institución para hacer
mis preguntas. Se dirige a mí, con malos modales.
Esto me molestó muchísimo porque yo estaba muy interesada en
conocer su lugar, embeberme en toda la cultura e historia que tienen ahí y
sentí que no se me dio la oportunidad de profundizar un poco más en un
patrimonio de mi ciudad. Lo que yo me pregunto es si estas personas que son
responsables de este lugar se dan cuenta de cómo su actitud aleja a la
sociedad, a los jóvenes y cómo esto hará que pierdan socios. ¿Por qué esa
necesidad de tratarme mal sólo por ser joven o por no ser un representante
importante de alguna institución? ¿La cultura es sólo para unos pocos? ¿Yo no
soy merecedora de conocer y escribir algo lindo de mi propia biblioteca que es
popular y pública?
Esto me duele y me lastima porque la señora, siendo
representante de una institución tan importante y llena de belleza escrita en
esos libros, se maneja con la hipocresía de menospreciar el interés de los
demás en algo que es de todos y de hacer quedar tan mal a un lugar que fue
construido con el fin de hacer feliz e instruir personas.
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