lunes, 8 de junio de 2015

¿Qué pasa con nuestra biblioteca?

(Redactado por Magdalena Remundini, alumna de 1° año de Lic. en Comunicación - UNISAL)

Un lugar con mucha historia y sabiduría. Pero el tiempo pasó y ¿en qué se convirtió? Las personas que lo manejan ¿la estropean?
Nuestra histórica biblioteca popular Bernardino Rivadavia situada en Colón 31.

Nuestra querida biblioteca Rivadavia es uno de los edificios más conocidos y reconocidos de nuestra ciudad.

Su inauguración fue el 16 de julio de 1882 y algunos de sus fundadores fueron: Daniel Cerri, Leónidas Lucero, Octavio Zapiola, Eliseo Casanova, Felipe Caronti, personas altruistas que dieron origen a esta fundación que pasó por varios lugares transitorios hasta llegar a ubicarse en Colón 31. Este edificio pudo concretarse gracias al legado de Luis C. Caronti y ha sido declarado patrimonio histórico de esta ciudad. Ocupa un solar dentro de la manzana fundacional que no pertenece a ninguna dependencia del estado nacional, provincial ni municipal.

Desde mi infancia no visitaba esta biblioteca y me despertó mucha curiosidad saber con qué hermosos recuerdos me podía encontrar allí, pero mi visita a Colón 31 no fue como esperaba.

Subo por las majestuosas escaleras y empiezo a escuchar un melodioso piano que me saca una sonrisita. Me acerco a la mesa de entrada donde me presento y le consulto a una chica si le puedo hacer algunas preguntas sobre la biblioteca y de no muy agradable manera me contesta que tengo que hablar con la directora de la misma, que pase al mediodía. Me retiro insatisfecha con la poca información que me brinda pese a mi insistencia.

Al otro día vuelvo a intentar con un poco más de fe en que la señora directora pueda recibirme. Me vuelvo a presentar en mesa de entrada (miro fascinada los libros y las salas de lectura, sigo pensando en que es un lugar agradable, pero no lo es la gente de allí). Me dicen que suba al piso de arriba donde la directora se encuentra. Golpeo nerviosa la puerta, la señora me dice que pase y me mira con cara extraña. Me presento, le pregunto si puedo hablar con ella y me dice de mala manera que yo tengo que organizar de antemano para verla porque en este momento se encuentra ocupada. La entiendo y coordinamos para ese mismo día a las 16.

Cuando vuelvo a la tarde, la directora está reunida con otras personas y no me da la oportunidad de esperarla ni de consultar si existe la posibilidad de hablar con otros representantes de esa institución para hacer mis preguntas. Se dirige a mí, con malos modales.

Esto me molestó muchísimo porque yo estaba muy interesada en conocer su lugar, embeberme en toda la cultura e historia que tienen ahí y sentí que no se me dio la oportunidad de profundizar un poco más en un patrimonio de mi ciudad. Lo que yo me pregunto es si estas personas que son responsables de este lugar se dan cuenta de cómo su actitud aleja a la sociedad, a los jóvenes y cómo esto hará que pierdan socios. ¿Por qué esa necesidad de tratarme mal sólo por ser joven o por no ser un representante importante de alguna institución? ¿La cultura es sólo para unos pocos? ¿Yo no soy merecedora de conocer y escribir algo lindo de mi propia biblioteca que es popular y pública?


Esto me duele y me lastima porque la señora, siendo representante de una institución tan importante y llena de belleza escrita en esos libros, se maneja con la hipocresía de menospreciar el interés de los demás en algo que es de todos y de hacer quedar tan mal a un lugar que fue construido con el fin de hacer feliz e instruir personas.

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